Estimado Presidente de los E.E.U.U. En Detroit, Míchigan, a 12 de marzo de
2014
Barack, yo soy un adolescente, de 16 años exactamente,
procedente de una familia humilde de los barrios pobres de Detroit. Dicha
familia estaba compuesta por mi madre Emily, mi hermana menor Samantha y yo, Theodore,
o como me suelen llamar, Ted. Mr. Obama, me pongo en contacto con usted a través
de estar carta para intentar hacerle ver lo que de verdad ocurre en este país,
los verdaderos problemas a los que se suelen enfrentar un 15 por ciento de los
ciudadanos de esta nación, y uno de ellos soy yo.
Empezaré por el principio: mi padre murió cuando yo solo
tenía ocho años debido a una enfermedad bastante extraña y poco común, esta
enfermedad podría haberse curado con una simple operación de dos horas, pero no
fue así porque dicha operación costaba 1.200$. Desde aquel triste día todo
empeoró. Mi familia se vio un año después de la muerte de mi padre totalmente
arruinada y sobreviviendo con el poco dinero que mi madre nos traía a casa después
de largas noches de “duro trabajo” en la calle, en un bar según ella, pero yo
sabía que ese dinero no provenía de gente que estaba dispuesta a pagar por un
par de copas, si no de hombres que buscaban la compañía de una mujer. Al año
siguiente, mi madre murió por una enfermedad que contrajo “trabajando”, así que
Samantha y yo nos vimos poco después en un orfanato del que nos intentamos
escapar, a las dos horas exactas de haber entrado. Yo conseguí escapar, mi
hermana no. Una vez fuera de aquella cárcel para niños sin padres, corrí y
corrí sin parar durante horas y horas, hasta que anocheció, y cuando la oscuridad no me dejaba ver nada, busqué un banco en un parque para dormir. Aquella fue la primera noche que pasé en la calle, y no fue la única, ya que no tenía lugar al que regresar, ni persona a la que acudir en busca de ayuda.
Pasé los siguientes 3 meses durmiendo solo en aquel parque y
comiendo de lo que la gente tiraba a las papeleras. Debido a mi mala alimentación mi estatura seguía siendo de 1.30, lo cual es raro en un niño negro de 10 años, pero mi cuerpo había cambiado ligeramente, había adelgazado mucho debido a que algunos días no encontraba comida y aunque yo soy un chico valiente e inteligente, no sabía que hacer hasta aquel día. Un día del séptimo mes, me
encontré con un hombre de unos 50 años aproximada mente, y este se encontraba
en la misma situación que yo. Se llamaba Paul y llevaba 32 años viviendo en la
calle y se alimentaba de lo que ganaba engañando a la gente con juegos de
cartas, era un estafador de primera, ya que ninguna de sus presas se daba
cuenta de que estaba siendo cazada. Paul se encariñó muy rápidamente de mí, y
me hizo su cómplice en el arte del engaño, la estafa y la supervivencia en la
pobreza. Paul solo poseía media baraja de cartas y un rosario con el rezaba
todas las noches antes de irse a dormir para que pronto sucediera un milagro
que sacara de la pobreza extreme en la que se encontraba. En los siguientes
meses no pasé hambre ya que ganábamos 15$ a la semana y con eso nos daba para
lo necesario. Paul me enseñó a estafar a la gente y entre los dos conseguíamos
estafar a los turistas. Yo me dedicaba a mover las cartas y decidir quién
ganaba y quien perdía, y Paul hacia de señuelo para atraer a los turistas al
juego. Paul apostaba y yo movía las cartas de tal forma que Paul siempre ganaba
y entonces los turistas se animaban a participar y yo no les dejaba ganar. Así
estuvimos unos meses, pero conforme pasaba el tiempo me daba cuenta de que con
este juego se podía sobrevivir años y años pero nunca se podría avanzar y así
nunca podría dormir en una buena cama, ni podría comer un buen manjar, así que
hallé la manera de conseguir mucho más dinero y sin tener que dividirlo entre
los dos. De vez en cuando hacía yo de gancho y Paul de trilero, cuando el
turista estaba ya enganchado al juego de cartas, yo aprovechaba y le quitaba la
cartera muy sigilosamente para que no se diera cuenta tanto el jugador como el
trilero. Así aunque Paul no consiguiera más dinero debido a que los turistas se
quedaban antes sin sus ahorros gracias a mi sigilosa actuación, yo conseguía mucho
más dinero que antes y parte de este lo escondía para ahorrarlo para el día de
mañana.
Así estuve actuando hasta la pasada noche buena, en la que
Paul descubrió donde escondía el dinero que le robaba a los turistas mientras
él les timaba, así que tuve que salir corriendo ya que Paul me intentaba quitar
el dinero y acabar conmigo por haberle traicionado. Corrí y corrí igual que
años antes al escapar del orfanato, esa noche buena no fue una de las mejores,
ya que la única persona que tenia para hablar y conversar había intentado
pegarme y robarme, así que hecho polvo acabé durmiendo en una para de autobús en
la que no se encontraba nadie. Cuando desperté no pude parar de llorar, era mi
cumpleaños y cumplía dieciséis años. Lloraba porque me encontraba muy solo, sin
familia, sin seres queridos, sin nadie que me felicitara, sin nadie que se
preocupara por cómo me encontraba.
La pobreza me lo había hecho pasar muy pero que muy mal, y
gracias a esta y a muchas más experiencias que he vivido pero he omitido por
elección propia me han hecho darme cuenta de lo dura que es la vida, de lo
mucho que cuesta conseguir un trozo de pan que llevarse a la boca todos los
días del año, lo malo que es estar solo, sin nadie a tu lado, y también he
aprendido lo malo que puede llegar a ser estar en compañía de una persona que
solo te quiere para conseguir dinero, para sobrevivir en las duras calles de
Detroit, la ciudad con el índice de delincuencia más alto de Los Estados
Unidos, país que usted gobierna. Espero que esta anécdota de mi vida le sirva
de referencia para futuros cambios en la forma de gobierno, o mejor dicho, en
la forma de invertir el dinero de este país, la forma de intervenir en la
pobreza extrema que sufrimos un porcentaje de la población.
FDO: Ted